En memoria del recientemente fallecido José Perona, maestro de maestros, os dejo uno de sus artículos sobre la polémica reforma de Bolonia.
José Perona: La revolución universitaria de Bolonia
José Perona era maestro de gramática española
A la sombra de algunas almibaradas palabras -dimensión europea de un espacio de educación superior, armonización de títulos, etc - la puesta en marcha de los planes de estudio nacidos de lo que se conoce como Declaración de Bolonia va a convertir a los profesores universitarios en albañiles y en yesaires de los diversos pregrados y grados universitarios (títulos y certificados, para hablar en cristiano), ya que, como leerán a continuación si siguen leyendo, el presunto saber antiguo queda relegado al aprendizaje de una jerga pseudomasónica.
Verán. El alumno se convierte en un agente social. Los profesores, en diseñadores de herramientas o de cursos. La suma de estos diseños se llama ahora diseño curricular. Los hay de diversos territorios: de curso, de centro, de Comunidad Autónoma, de Estado (donde exista), europeo. Toda la presunta enseñanza de materias se subordina a la construcción, en varias tintas, de unidades didácticas.
Basado el vocabulario en conceptos, procedimientos y actitudes, la arquitectura del nuevo saber habla así: «Las destrezas y habilidades, ya sea para conducir un coche, tocar el violín o presidir una reunión (y, claro, enseñar a aprender, y aprender) dependen más de la capacidad de desarrollar procedimientos y actitudes que de los conocimientos declarativos, pero se puede propiciar esa destreza mediante la adquisición de conocimientos interiorizados y puede ir acompañada de formas de competencia existencial».
¿Cómo? Mediante la unión de las fuerzas del trabajo y la cultura. O séase. Planificando la dimensión vertical del marco, afianzando el nivel plataforma, utilizando materiales apropiados; las destrezas se adquieren en talleres (los profesores y las profesoras vestirán mono) donde se producen herramientas, se seleccionan los materiales, se ajustan las relaciones de la escala, y ahí se acaban de perfilar los escenarios curriculares. Comentar un texto se llamará ahora explotación didáctica, o seáse, prácticas controladas o semilibres (por medio de barenos, supongo) negociadas para terminar con una integración de destrezas.
Es obvio que enseñar es, ahora, meditar las estrategias, calcular las destrezas, determinar los objetivos, equilibrar los recursos y compensar las carencias, porque las acciones de enseñar y aprender son procesos, que se convierten en una suma de tareas parciales para conseguir la tarea final.
Eso, en cuanto a las enseñanzas regladas. Circunvalándolas, y de hecho, desplazándolas, están los conocimientos transversales. Verbigratia. La construcción femenina de la paz, interculturalismo (el racismo de los zulúes en Sudáfrica: ¿Son racistas los negros?), los gelificantes y los espesantes en la cocina tecnoambiental o Íker Jiménez y la caída de la casa Usher. (5 ó 10 créditos ETCs según decida la Junta de Gobierno). Y todo ello, tanto las unidades didácticas como el transversalismo leninismo, con el fin último de ser capaz de proyectar los conocimientos, habilidades y destrezas adquiridos para promover una sociedad basada en los valores de la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo.
Ya les digo. Cuando retornen los vientos fuertes de Levante, la sociedad europea dispondrá de 10.500.000 yesaires dispuestos a las tareas de transformación de, como dicen los horteras, los nuevos escenarios. Todos y todas capaces y capazas no sólo para la diversidad de tareas y tareos y excepcionales y excepcionalas hacedores y hacedoras de currículos a varias tintas y tintos. Las empresas Continente, La Nueva Condomina, El Corte Inglés, Carrefour, Eroski, Thader, la FNAC y otras encontrarán excelentes cajeros, cajeras, vendedores y vendedoras con centenares de miles habilidades y destrezas y certificados de cursos, aptos y aptas para convertirse en extraordinarios agentes sociales.
Las leyes y decretos callan que, destrozadas para centenares de años la Educación Primaria y la Secundaria Obligatoria, le toca el turno al Sector Terciario o universitario, que se transforma así en un bachillerato abreviado, gratuito y, claro, aunque sea un oxímoron, digitalmente alfabeto.
Decía Richard Dawkins en El gen egoísta que las nuevas humanidades se enseñaban como si no hubiera existido el darwinismo. Qué equivocado estaba. A partir de ese título primero (el grado), que no servirá para nada y que será casi gratuito (dice un maestro de gramática que todo lo que es gratis es malo), la declaración de Bolonia fija ahora los principios de la selección natural (las maestrías (vulgo, másters) y el doctorado). Selección natural que no se basará en el mérito, sino en los 2.000, 6.000, 10.000 y hasta 50.000 euros o dólares de quienes provengan de familias que puedan pagarlos. O comprarlos, claro.
La Verdad, 31/05/08
martes, 24 de marzo de 2009
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